Por Bábara Morales M.
Milay Sanhueza cuidó a su padre hasta que falleció de cáncer, rodeado de su familia, en su hogar. Durante meses y de manera periódica, recibieron visitas de parte del equipo del Centro de Salud Familiar (CESFAM) de Chiguayante en la región del Biobío, pero esto cambió cuando llegó el COVID-19 a nuestro país y tuvieron que reconvertir las visitas en teleconsultas. A la fecha, en toda esta comuna se han realizado 9747 atenciones vía telefónica.
Uno de los desafíos más importantes que trajo la pandemia del COVID19 a la Atención Primaria de Salud (APS) es la de asegurar la continuidad de los controles y consultas médicas. Según la Sociedad Chilena de Medicina Familiar (SOCHIMEF), para alcanzar esto se debe incorporar la teleconsulta como un elemento clave y central en la atención sanitaria.
Para Milay y su familia la pandemia le trajo algunos cambios. “Nos avisaron que, para evitar contagiar a mi papá o a nosotros, iban a reducir las visitas que hacían a la casa, sólo vendrían a lo estrictamente necesario y, a cambio, tuvimos que canalizar todas nuestras consultas a través del teléfono. A través de las video llamadas aprendí a administrar medicamentos, allí estaban ellos mirando y guiándome en cada paso, yo nunca antes había inyectado nada, menos morfina,” explica.
Las necesidades que requiere un paciente de cuidados paliativos trascienden hacia toda la familia y los centros de salud APS bien lo saben. Por esta razón, se despliegan las capacidades de todo un equipo que procura acompañar emocionalmente al paciente y su entorno para reducir incertidumbres que naturalmente surgen frente a un tema tan difícil como la muerte.
“Siempre nos sentimos respaldados por el equipo, nos llamaban, escribían, y nos fueron diciendo todo lo que iba a pasar. Los últimos días el contacto con la enfermera Karina Pino fue diario y varias veces al día. Su apoyo y entrega fue un bálsamo en momentos de angustia, para toda la familia,” agrega Milay.
La Dra. Andrea Didier, médica familiar y vicepresidenta de SOCHIMEF, explica que una de las dificultades más frecuentes en las teleconsultas tienen relación con el contexto. “Muchos pacientes están en sus hogares junto a otros miembros de su familia, por lo que procurar un espacio de confidencialidad y tranquilidad se hace difícil. Pese a lo anterior, podemos lograr una conexión profunda con los pacientes y hemos aprendido, por ejemplo, la importancia del lenguaje no verbal a través de una plataforma digital porque en los pequeños detalles hay mucha información relevante para los diagnósticos,” finaliza.
Las teleconsultas pueden ser un gran aliado para los equipos de salud y sus pacientes, especialmente en este período excepcional donde el contacto cara a cara se limita para evitar posibles contagios. Incluso en momentos tan difíciles como los cuidados al final de la vida, esta atención a distancia puede generar o mantener vínculos de contención y ayuda.