Por Bárbara Morales M.
María Bernardita Martínez Olavarría, Médica de Familia, es parte de nuestro selecto grupo de socios y socias honorarios/as. Ella ingresó a nuestra Sociedad Chilena de Medicina Familiar en los comienzos de nuestra agrupación, durante el mes de noviembre de 1991.
La Dra. Martínez cursó sus años de secundaria en el Colegio Argentino del Sagrado Corazón, en Providencia, Santiago. Desde aquellos años, Bernardita ya era una destacada alumna quien obtenía excelentes notas, “para poder terminar la enseñanza secundaria tuve que ganarme la beca de excelencia, adjudicada a la estudiante que tuviera mejor promedio. Mi padre estaba enfermo y desahuciado y no podríamos haber pagado un colegio particular,” explica.
En el año 1972 se matricula en la carrera de Medicina en la Pontificia Universidad Católica de Santiago. Sin embargo, por motivos familiares emigró hacia el extranjero y se radicó en Uppsala, Suecia. Luego de un año que dedicó a aprender el idioma inglés y sueco, el año 1975 retoma sus estudios de medicina en la Universidad de dicha ciudad y obtiene su título de Médica el año 1980.
Antes de volver al país, fue becada de Medicina General Familiar en Varberg, Suecia, lo que le permite hacer algunas comparaciones entre ambos sistemas sanitarios. “El trabajo de la atención primaria en Suecia era muy similar al de acá respecto al tipo de patologías que se atendía, a trabajar con una población cautiva y definida por sectores donde estaba el centro médico, y con bastante énfasis en lo preventivo. El especialista de médico de distrito, que equivale al médico de familia, es tan bien mirado y remunerado como cualquiera de las otras especialidades de medicina. Esa es una de las primeras diferencias con las que me encontré acá, donde muchos ni saben sobre nuestra especialidad,” explica.
Otra gran diferencia que ella ve, luego de haber trabajado en ambos países, es el mayor financiamiento que dedica el gobierno Sueco a la salud, tanto para la atención integral de los pacientes como para la formación de los médicos y médicas de familia.
Al respecto, la Dra. agrega: “La principal diferencia es que el gobierno invierte mucho en formar médicos familiares, que es la primera especialidad en número ya que todos los centros médicos cuentan con este especialista pues es una obligación para poder pertenecer a la planta. Los médicos eligen esta especialidad por su importancia y no como una segunda alternativa.”
De vuelta en Chile, y tras realizar los exámenes e internados correspondientes para revalidar su título en Chile, en 1990 obtiene su título de Médico Cirujano otorgado por la Universidad de Chile y cuatro años más tarde se titula bajo la especialidad de Medicina General Familiar.
Su vida laboral, que ya había comenzado en Suecia, la retoma en Chile en la Atención Primaria de Salud, APS, donde se desempeñó en distintos centros de salud en las comunas de Peñalolén, San Miguel y San Joaquín.
“Para mi la experiencia más bonita fue en el CECOSF Reverendo Javier Peró de San Joaquín donde trabajé por más de 20 años con un equipo con la camiseta puesta y logrando grandes objetivos a pesar de escasear, muchas veces, los recursos. El trabajo con la comunidad es otra parte bonita de esto y como ejemplo, antes que se crearan los CECOSF de manera oficial nosotros ya atendíamos en la unidad vecinal del barrio en una casita de madera humilde que los vecinos nos cedían. Ellos formaron un club de amigos del centro y juntaban dinero, a través de rifas y bingos para mejorar la infraestructura. Posteriormente, con ayuda de la Municipalidad, postularon a proyectos participativos y así se logró construir un centro de concreto, con varios Boxes y diseñado para ser un centro de salud,” recuerda la Dra.
Bernardita tras años de experiencia ejerciendo como médica de familia resume la importancia de su trabajo y concluye: “Lo lindo e importante de esta especialidad es el enfoque familiar con una mirada no puesta en la enfermedad sino que en el individuo y su entorno, tanto familiar como laboral y comunitario.”