“Creo que pertenezco al selecto grupo de personas que por vocación eligió Medicina muy temprano en la vida. Entonces, no tuve crisis vocacional y lo que me gustaba de esta carrera es que abarca mucho conocimiento de distintas áreas”, relata Paulina Lillo Arce sobre su trayectoria en la Medicina y como Médica de Familia.
Por Andrea del Pilar Gómez
Nuestra Socia Honoraria 2022 menciona que “siempre me gustó mucho el contacto con las personas, tuve facilidad para eso, entonces mi visión durante el pregrado es que me iba a dedicar a la Atención Primaria. A eso se suma la circunstancia extraordinaria de que por una neumonía que padecí, me atrasé un mes en mi generación, por lo tanto, no postulé ni a las becas de especialidad, ni tampoco a las generales de zona de ese tiempo. Así que me fui como Médico Integral a la comuna de María Pinto. Yo me formé en la Universidad de Chile, en lo que ese tiempo se llamaba Campus Sur. En ese contexto del Internado, ya en esa época se hablaba de la Medicina Familiar y entre mis docentes estaban la Dra. Isabel Segovia, entonces yo ya había oído sobre lo que era la MF, pero debo decir que no me atraía nada en particular, sino que sólo la Atención Primaria”.
“Para mí, la opción de tomar Medicina Familiar en ese momento, fue por verla como una herramienta para actualizar mis conocimientos y seguir en APS. Y tuve la suerte de ejercer como Médico Rural, ahí son médicos de cabecera. Yo hacía Medicina Familiar sin tener el conocimiento técnico como tal, pero en términos prácticos era Médico de Familia, porque hasta embarazos controlábamos. Entonces era una experiencia muy enriquecedora, además que intelectualmente es un desafío, porque abres la puerta, recibes al paciente y éste puede ser un adulto, una persona mayor, un paciente crónico, un niño… o sea, es muy dinámico como práctica”, detalla la Dra. Lillo.
Luego de ello, entre las muchas actividades a realizar, se incorporó como docente de la cátedra de Medicina Familiar en la Facultad de Medicina de la Universidad Valparaíso. “En esos tiempos, se instala desde el Ministerio de Salud, el Modelo de Salud Familiar, que ha sido un nicho propicio para nosotros, pero distinto al desarrollo de la Medicina Familiar”, acota. “Entonces, ahí empecé a trabajar con el proyecto del Minsal consistente en transformar los consultorios en Centros de Salud y luego en Centros de Salud Familiar. El rol es importante de un Médico Familiar pero que requiere formar al resto del equipo de profesionales bajo esa mirada. Por lo tanto, tuvimos bastante que hacer. Y bueno, el Ministerio creía que llegaba hasta las bases con el Modelo de Salud y acá nadie había siquiera oído hablar de Medicina Familiar. Tuvo de dulce y agras como todas las cosas. Eso forma parte de los quehaceres y experiencias que tienen que ver con cambios sociales en nuestro país”.
Desde el 2010, después de ser Médico de Cabecera, Directora de CESFAM, docente en la Universidad y asesor profesional del Servicio de Salud, se dedicó en jornada funcionaria (siempre de 44hrs.) a la gestión en el Servicio de Salud. “Justamente esta entrevista se da en un período de vida que es de mucha reflexión. Es un poco paradojal, pero gracias a la pandemia no soy la única que ha debido disminuir velocidades, poner prioridades. Eso no quiere decir que no quiera seguir en la práctica de la Medicina Familiar.
¿Cómo ve hoy la Medicina Familiar hoy?
“Hemos ganado muchos espacios, en nuestra especialidad siempre hay algo que hacer. Por ejemplo, se habla de ley Cuidados Paliativos que, si no hay suficientes paliativistas, esa va a ser una tarea de los Médicos de Familia. Siempre se va a necesitar más mano de obra. Eso sí, no estoy de acuerdo con en que nos subespecialicemos. Eso es ponerse límites. Si es Médico de Familia, tiene que correr el límite. Nuestra especialidad tiene que tener límites flexibles porque debemos saber caer parados en distintos escenarios”.
Respecto de su amplia trayectoria en Medicina Familiar, la Dra. Lillo aclara que “nunca fue la investigación un área que me atrajera. Mis energías siempre las he destinado a algo que me sea sintónico”. Además, aplaude la cooperación que existe en la especialidad, “si bien somos los Médicos Familiares los que integramos la Sociedad Chilena de Medicina Familiar, no podemos dejar de dar la mano a los que van atrás o lo que van más adelante”. Agrega que SOCHIMEF “ha sido como una tortuguita de tierra. Va a vivir muchos años más, tiene caparazón muy muy firme y muy bien integrado. Va lento pero seguro, como la fábula de la liebre y la tortuga, va cumpliendo y no envejeciendo… Y sigue mi alma pa´ adelante. Sin duda tiene un rol… es una pega bien difícil para quienes han asumido el liderazgo. Así que yo estoy muy contenta, me parece increíble que haya llegado a ser Socia Honoraria. Fue ayer no más cuando me inscribí y, ¡voilá!”.
Luego de este camino recorrido, ¿qué es para UD en una sola frase, Medicina Familiar?
“Yo te diría que es Conocimiento Solidario”.