Por Bárbara Morales M.
La encuesta del Estudio sobre acceso y uso de información sobre Covid19 en Chile EIS-COVID[1] que recogió la opinión de alrededor de 3.500 personas mayores de 18 años residentes en nuestro país, concluye que un 21% de las personas encuestadas no estarían dispuestos a ponerse la vacuna contra Covid19 si es que estuviera disponible.
Cada vez es más frecuente escuchar hablar sobre “los antivacunas”, una etiqueta que atribuímos a personas que desconfían de los posibles efectos secundarios que pudieran provocar las vacunas y que, por lo mismo, niegan este procedimiento a ellos/as mismos o a sus hijos e hijas. Entonces cuando se habla de que una vacuna sería parte de las soluciones para acabar con la actual pandemia por Covid-19 es necesario tomarnos en serio, entender cómo opera y cómo lograr revertir este rechazo.
Lo primero que habría que incluir en la discusión es que quienes más se han enfrentado con pacientes que se niegan el tratamiento de alguna vacuna son los profesionales de la Atención Primaria de Salud. La Dra. Beatriz Morin es Médica de Familia en el Centro de Salud Familiar San Vicente en Talcahuano, región del Biobío con más de veinte años realizando control de niño sano explica “es el miedo, la emoción que provoca más presión en estos padres, quienes asustados de provocar algún daño a sus hijos, y en su intento de protegerlos, toman la decisión de no vacunarlos.”
A la misma conclusión llega el trabajo de investigación realizado por la socióloga y magíster en salud pública Ingrid González Torres, quien agrega que la gran mayoría de los padres y madres que se niegan o retrasan alguna vacuna del Programa Nacional de Inmunización no se perciben como “antivacunas”. “Ellos no se sienten parte de un colectivo, sino que simplemente tienen miedo y actúan de acuerdo a ese sentimiento, por lo mismo se debe tener cuidado con las categorías y estereotipos que solo podrían aumentar el rechazo o la desconfianza en las vacunas, es mejor referirse a ellos y ellas como reticentes vacunales,” agrega la especialista.
Y este es el segundo gran hallazgo de su investigación: para lograr la adherencia a las vacunas es fundamental la confianza institucional. “Es decir, si yo no confío en las instituciones del Estado no voy a confiar tampoco en la vacuna que ellos administren. Esto cobra mayor fuerza ahora con el caso de la vacuna contra el Covid pues resulta ser una vacuna de emergencia, está llena de mitos, incluso con más mitos que los que ya teníamos con las vacunas anteriores,” agrega González.
La pérdida de confianza en las instituciones es un aspecto mucho más amplio que atravesamos como sociedad y, evidentemente con todas sus múltiples causas, no se logrará revertir de la noche a la mañana. Sin embargo, en este aspecto puntual, la investigadora propone considerar la forma en la que nos enfrentamos a los pacientes, es decir: el trato. “Si voy a consultar a un lugar y me tratan mal probablemente no reciba o no quiera recibir la información que de allí emana, en cambio buscaré lugares o personas que si me reciben amablemente y que quizá no sean las fuentes más adecuadas.”
La Dra. Morín concuerda con esta idea cuando explica que la estrategia más exitosa que ella ha evidenciado en su práctica profesional “ha sido la vinculación de los profesionales de salud alineados en la entrega de información clara y oportuna sumado, además, al acompañamiento de estas parejas desde el periodo prenatal, lo que genera una cercanía y mayor confianza en nuestra relación.”
El mismo estudio EIS-COVID revela que los médicos y los profesionales de salud (58,3%) son la fuente de información que mayor credibilidad tienen para temas relacionados con la pandemia, seguidos por el Colegio Médico con un 41,6%. En este sentido, la medicina familiar junto a los equipos de salud de atención primaria, juegan un rol fundamental. Las atenciones a lo largo del tiempo, que permiten conocer los contextos de cada paciente, entregando una mirada integral y que son propias de la especialidad, facilitan estos lazos de confianza por lo que, en estos momentos, es imperioso promoverlos y mantenerlos.
Entonces, la mejor actitud para enfrentar a los y las pacientes que tienen dudas o que se niegan a este procedimiento es desde la comprensión y no desde el juicio. Desde la empatía y no desde la estigmatización. “Es clave en este proceso que los equipos de salud tengan una mirada amplia y sean tolerantes a la reticencia vacunal, yo creo que si queremos lograr una inmunización adecuada tenemos que ser comprensivos”, finaliza González.
[1] Los resultados descriptivos de la primera etapa de este estudio fueron facilitados por su investigadora principal: Macarena Peña y Lillo Profesora asistente de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales. Doctora y Máster en Comunicación de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Estados Unidos. Más información en página web: https://eiscovid.cl/